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15 02 2011

Noches de Kulorbar

Durante toda mi vida, siempre que abro la puerta del portal de Benitez 3 me he encontrado con un edificio amarillo de 3 plantas con el tejado inclinado. Sorprendentemente, también cuando salgo del número 21 de Studiestraede.

Tras 6 meses recorriendo la capital danesa, esta ya la siento como parte de mi. No queda nada de esa sensación de turista que visita un lugar por primera vez. En parte, se pierde la chispa de quien está en un lugar nuevo y diferente. Sitios por descubrir me quedan tantos como en Madrid. Sin embargo, en ocasiones la rutina te hace olvidar que eres un privilegiado por estar de Erasmus. ¿Todavía continuo sintiendo que estoy de Erasmus o ya me adapté al entorno y lo asimilé como tal?. Que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde es una frase tan manida como cierta. Que el ser humano sea una ser vivo capaz de adaptarse a distintos grados de situaciones es algo que comprobé al soportar el clima danés y la pronunciación danesa.

Roskilde con su aspecto de pueblo nórdico y Trekroner con sus campos verdes en mitad de la nada, te hacian sentir especial por estar allí. Copenhague con sus restaurantes de precios prohibitivos, sus monumentos vistados y la primavera como barco en el horizonte; te recuerda a ciudad. Mientras que la nieve no de señales de vida en las calles, estas seguirán siendo territorio inexpugnablñes para la bici. Y no hay nada más danés que gente rubia montando en bici.

PD: ¡¡Toca cambio de habitaciones!! Bye bye Victor 😉