Hay ocasiones que sientes que estás viviendo un momento especial en tu vida. De esos que sabes que nunca se van a repetir. Sentado en medio de un paraje campestre en Suecia, entre cabras y casas de madera de colores, con sol y en cierto modo algo de calor. Branno no admite coches así que el medio de transporte es a pie o en bici. La isla está situada a 15 minutos en ferry de Goteborg y es un remanso de paz. En un embarcadero descubrí a que suena la naturaleza. Remanso de paz y tranquilidad.
Goteborg es una gran ciudad. Para los amantes de las ciudades, este es un buen ejemplo. Con sus grandes avenidas, sus extensos parques y con el bullicio típico de los coches y tranvías. Un consejo: si van a esta ciudad no paguen nada por el transporte. Uno se puede subir y bajar de cualquier medio sin que ningún revisor haga acto de presencia. Aún así, andando se puede recorrer lo más importante en un día. Si tuviese que destacar algo, recomendaría subir los 198 escalones hasta la torre-fortaleza que preside la ciudad o la imponente iglesia de Oskar-Fredicks. El segundo día en Goteborg sobra, a no ser que quieras visitar las islas del sur. Son 9 y están unidas por ferry. La más salvaje es Vrango y la más turística Branno. El resto son más pequeñas y menos pobladas.
EL trayecto en tren volvió a mostrarme los increíbles paisajes suecos. Bosques, lagos, ríos helados, granjas interminables. Es un placer mirar por la ventana de un tren escuchando música. Nuestra última parada fue Lund, la ciudad universitaria sueca por excelencia. A 50 min de Copenhague y a 2hymedia de Goteborg, esta pequeña ciudad tiene un encanto propio. Numerosos edificios dan muestra de su presente universitario. La catedral es bonita por fuera y completamente vacía por dentro. Ni un solo asiento. Aunque la anécdota del viaje fue el momento de esperar el tren con destino a casa. Una simpática mujer de unos ¿50 años? Con una botella con un líquido verde y unas gafas de sol negras por compañías hizo que llorase de risa. Borracha como una cuba, se puso a cantar, hacer sonidos extraños y dar un discurso propio de alguien que gana el premio nobel. Colofón a un gran viaje